(IN)DIFERENCIA

Es incomprensible que exista en el mundo personas tan banales y superficiales que hacen caso omiso al dolor ajeno. Capaces de hacer lo que sea para alimentar su cinismo y su insensibilidad. Los hay por doquier y visten de ignorancia, salen con displicencia, su mejor amigo es indolencia y su certeza es imprudencia. Sonríen por interés y desdeñan por obligación. Parece que tuviesen doble personalidad; pero eso ni debe considerarse como personalidad, porque es falta de originalidad. No tienen remedio; y, si lo tienen, no quieren tomarlo. Su supuesta excelencia los cega de la verdadera realidad. Se decepcionan cuando no defraudan y se ilusionan cuando desbarajustan. Ni siquiera fruncen el ceño cuando una injusticia hace de las suyas. Son sutiles y cuidadosos con las contingencias, pues estas los deponen donde sea y cuando sea. No sé cómo lo soportan ni cómo pueden llegar a ser tan frívolos, tan despiadados y descorazonados. Y es que ni una tempestad de afecto los despiertan de sus sueños. Abusan del inconformismo y carecen de pundonor.

Quizá merecen un castigo; quizá no. Quizá son chivos expiatorios; quizá no. Quizá son desmentidos; quizá no. Quizá se delatan; quizá no. Quizá se rehúsan; quizá no. 

La indiferencia no es negociable. Tampoco perece. Está tan lejos y a su vez tan cerca. Está palpable. Tan palpable que te puede aturdir hasta que te mezcles con ella. Sé cauteloso y evítala a como dé lugar. Sé indiferente con la indiferencia.

Ilustración de Music and Arts from Mars





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