DE LAS ROSAS Y DE LAS ESPINAS

¿A veces no te has encontrado en situaciones incómodas que ameritan la actuación inmediata de la razón y no del corazón? Si es así, eres vulnerable a que te ocurra aquello que no quieres que ocurra... La causa es misteriosa, dicen los escépticos; la causa es predecible, dicen los mentirosos; pero los lógicos, por más ilógico que resulte, sostienen que la causa no es lógica, sino maravillosa.

Como dice Alejandro Sanz, la fuerza del corazón es algo que te lía; una descarga de energía que te va quitando la razón; te hace tropezar, te crea confusión. Por eso, es arriesgado cuando decidimos apostar con nuestro corazón que con nuestra razón y no digo que hay algo malo en arriesgarse, digo que hay algo malo en las consecuencias arropadas de expectativas.

Las rosas, por más bellas que sean, se marchitan; pero las espinas, por más punzantes que sean, se mantienen sin clemencia ni perdón. Increíblemente, el paso del tiempo ha evidenciado esto y no hay tempestad alguna que tome cartas en el asunto. Mejor dicho, que arrase con el asunto. Solamente tenemos derecho a quedarnos de brazos cruzados y a recitar versos melancólicos. Nos conformamos con la experiencia y no con la construcción de discursos veraces como contraataque a la vulnerabilidad. Esto es una pandemia que se propaga tan rápidamente como se propaga el miedo disfrazado de rechazo. 

Solo imagina que la convicción emerja y se crea la idea de que tiene más poder del que tiene. Solo imagina que la convicción eres tú y que tú tienes el poder de cambiar los paradigmas. Solo imagina que nadie te discrimina. Solo imagina que esto no esté escrito y que sea real.


Ilustración de Samaneh Kamali


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